29 de marzo de 2017

CUANTA INGRATITUD COMPAÑER@S



   Como ya todos somos mayorcitos, no tiene sentido que ande con rodeos. Trabajamos en un sector que tiene, como todos, su propia idiosincrasia. Tiene sus días buenos y no tan buenos y tiene sus días malos. La tensión que acumulamos es directamente proporcional a la fatiga laboral que nos afecta, y esta va unida a la calidad de nuestro trabajo. En el sector, no hay empresas buenas y no tan buenas, solo hay malas. Por ello la calidad de nuestro trabajo es mala y así la fatiga laboral es enorme y por ende la tensión que acumulamos es elevada.
   Lo que diferencia a las empresas, es la capacidad que tienen sus trabajadores de mejorar sus condiciones, y ello se logra en la medida que puedan elegir a sus representantes sindicales. A nadie se le escapa que, en la mayoría de empresas, son los empresarios quienes deciden que trabajadores son los que van a representar a sus compañeros y hay termina la oportunidad que tienen no solo de mejorar sus condiciones, sino de impedir que estas empeoren.
No vamos a entrar en siglas, porque como deje claro al principio, todos somos ya mayorcitos. Son los trabajadores los que tienen en sus manos la capacidad de mejorar sus condiciones. Si además se dan las condiciones de que los candidatos se presentan con libertad, si con libertad, y que lo hacen por principios y con ganas de mejorar hasta lo imposible, tenemos la gallina de los huevos de oro. Pues bien, a continuación, os dejo el siguiente relato. 

LA ETERNA DERIVA

    Entonces que puede ir mal, como puede fracasar un proyecto cuando el capitán y el timonel saben en qué derrota tienen que llevar la nave y el vigía está siempre alerta. Cuando la nave es cómoda tiene buena flotabilidad, el depósito de combustible está lleno. ¿Cómo es posible que no llegue a buen puerto?
   Los remeros, cada uno rema cuando quiere y a su interés y si molesta al de al lado que le zurzan. Entonces, llega un día que el combustible se agota y la nave que lleva girando sobre sí misma, a pesar de saber su rumbo, desde que partió empieza a parecer que ya no es tan cómoda, o quizás solo parece cómodo el sitio del capitán. Hasta el del timonel se hace apetecible, aunque haya que subir todos los días el mástil. Y el del timonel que tiene las mejores vistas. Pero nadie ve que también el capitán el timonel y el vigía además de esa responsabilidad, también reman, que su verdadero puesto está en el remo que lo otro es accesorio, que desde el remo ven lo que hay que mejorar y corregir y suben al puente para corregirlo y luego vuelven a remar, a cambio de nada.
   De repente, alguien que la tensión de remar y remar le sobrepasa le dice al de al lado, esto no va a ninguna parte damos vueltas y vueltas. El capitán es tonto o que. Y armado de hombría para que todos puedan admirarlo le increpa -oye tu adonde nos llevas, ¿no será que a ti lo que te interesa es que estemos dando vueltas y vueltas sin ir a ningún sitio? Aquí no paramos de remar y esto no avanza. -
    El capitán le responde, -si todos remasen en la misma dirección en la que yo el rumbo del barco seria el adecuado, pero resulta que cada uno rema cuando quiere y como quiere. Esto parece más bien una nave sin gobierno por mucho empeño que le pongamos. Digamos que más bien es un motín encubierto del que lamentablemente todos salimos perjudicados. -
   El remero intentando desviar su parte de responsabilidad le dice entonces -no se para que narices tenemos que tener un Capitán y un timonel, ni siquiera el vigía es necesario si lo que estamos haciendo es dar vueltas sobre nosotros mismos. -
    El Capitán abrió los ojos para mirar más allá de aquellas palabras y se encontró con su juramento, un capitán no abandona nunca su barco. Y decidió dejar de ser capitán para librarse de aquel maldito juramento. Recordó el esfuerzo que costó que le mejorasen las condiciones y que no les quitasen nada antes de zarpar, las jornadas sin disfrutar de su familia para que el proyecto fuese una realidad, pero se topó de frente que la realidad era otra bien distinta. Y decidió que ya había hecho todo lo que su capacidad le permitía, que había agotado todos sus recursos que había perdido lo único que le mantenía con ganas de mantener el rumbo, la ilusión.

   Mientras abandonaba su cargo reflexionó sobre todo lo que se había dejado en el camino durante tanto tiempo y, lo único que salió de su boca cuando le pregunté por qué lo dejaba ahora que tanto había luchado y conseguido, fue: "por tanta ingratitud compañero".


  Te voy a echar de menos cada día Compañero, ya nada será igual, pero intentaré seguir el rumbo que nos marcamos. Un saludo de El Chófer de El Coche de la Hora.